Publicado el 9 de septiembre de 2022
Los efectos de un progreso genético del 2 %
El objetivo de nuestro programa genético es conseguir animales sanos y autosuficientes, que muestren una mejora continua de generación en generación. Puede que un 2 % suene a poco; pero bien contextualizado, sus efectos pueden ser espectaculares.
La mejora genética, también llamada progreso genético, se define como el progreso logrado cuando el valor genético medio de la progenie de un animal es superior al de la generación anterior. Así que en pocas palabras, incrementar el índice de progreso genético significa producir mejores cerdos en menos tiempo. En el artículo de hoy nos centramos en analizar el progreso genético y en explicar lo que cabe esperar de nuestros campeones.
Los tres factores que subyacen al progreso genético
El nivel de mejora genética obtenido con cada generación seleccionada depende de tres factores:
- La precisión de la evaluación fenotípica o de los registros de productividad a la hora de predecir el genotipo o valor genético real del animal.
- La intensidad o el grado de selección a partir de las evaluaciones fenotípicas realizadas a los animales.
- El nivel de variación genética o de variación del valor genético real entre animales en relación al carácter sujeto a selección.
Obsérvese que si cualquiera de estos factores es igual a cero, el resultado de la multiplicación será cero, con lo que será imposible alcanzar ningún progreso genético independientemente de los valores reflejados por los otros dos factores.
Sea cual sea el tipo de manejo, pienso o instalaciones utilizados en una granja o sistema, puede haber progreso genético. La mejora genética no se produce como resultado de cambiar nuestro manejo, nuestras instalaciones o el pienso que damos a nuestros animales, si bien con este tipo de cambios podemos mejorar el valor medio de un carácter concreto en nuestra cabaña. La razón por la que estos cambios en factores ambientales no conducen a una mejora genética es que con ellos no modificamos los genes de nuestros animales o los genotipos obtenidos a partir de dichos genes. Así pues, no hay mejora genética.
La mejora genética supone beneficios tangibles que afectan a la rentabilidad, por su efecto acumulativo. Todo progreso realizado un año determinado seguirá estando ahí al año siguiente y en los años venideros. Aunque a corto plazo las pequeñas mejoras genéticas pueden no ser visibles, por su carácter acumulativo sí lo serán a largo plazo. Una mejora del 0,03 del índice de conversión, por ejemplo, puede no resultar muy visible al comparar varios años consecutivos; pero si analizamos sus efectos a más largo plazo, los veremos claramente. Hay quien dice que el interés compuesto es la octava maravilla del mundo. Pues bien, la mejora genética pertenece exactamente a la misma categoría.
El poder de la selección animal
La mejora genética de especies animales es un elemento clave para la sostenibilidad. Aunque en general la gente no sabe cómo se logra esta mejora, todo el mundo es consciente de que sus mascotas hoy son distintas y se comportan de manera diferente a sus predecesoras. La selección es un arma realmente potente, que los productores han utilizado para lograr que sus animales sean más productivos y resistentes. Con ello se ha logrado una drástica reducción de los recursos medioambientales necesarios por unidad de producto. Innovaciones como la inseminación artificial y la selección genómica han logrado incrementos significativos de los índices de progreso genético en los programas de selección animal.
Contar con una cabaña más eficiente tiene también un efecto positivo sobre los usos del terreno, ya que un ganado así comerá menos (necesitará menos insumos) y, por tanto, la necesidad de uso de suelos agrícolas será menor. Aspectos como el cálculo de los índices de conversión de manera distinta, la utilización de factores como la calidad de la dieta, la composición del estiércol y el porcentaje de bajas de principio a fin contribuirán al debate sobre qué es realmente una conversión sostenible.
Avances históricos en el sector de la producción porcina
A lo largo del siglo XX se ha alcanzado un nivel sustancial de mejora genética en el sector porcino, con el desarrollo de sistemas objetivos de medición de caracteres, la utilización de valores genéticos, la evolución de las técnicas de cruzamiento y el desarrollo de líneas comerciales de cerdos que crecen rápido, de forma eficiente y que producen más lechones. A finales de siglo se elaboraron los primeros mapas genéticos y se descubrieron importantes marcadores genéticos, que empezaron a utilizarse en programas de selección asistida por marcadores para aquellos caracteres de mayor importancia económica. Estos descubrimientos y su aplicación en el sector han convertido al cerdo en una de las fuentes principales de producción de carne roja magra.
Los esfuerzos realizados en la primera parte del siglo XXI han sido espectaculares. Se han finalizado ya los primeros ensayos de secuenciación, y con el desarrollo de chips de polimorfismos de nucleótido simple (SNP) y la llegada de programas de selección genómica se está empezando a transformar el sector de la producción porcina. Muy probablemente, estas nuevas herramientas genómicas permitirán avanzar más y mejor en la selección de cerdos resistentes a enfermedades. También se espera una mejora de los programas actuales de selección, de manera que se puedan adaptar mejor a entornos específicos, a nichos concretos de mercado o al desarrollo de productos especializados.
Ganadero, productor y consumidor se beneficiarán por igual de estos avances en el campo de la genética y la genómica y de la mejora genética resultante. Eso sí, habrá que adoptar nuevas tecnologías, dar formación avanzada a miembros diversos en distintos eslabones de la cadena ganadera y educar al público sobre la seguridad de dichos avances.